Dear Families and Friends of
Immaculate Heart of Mary,
The text of this weekend’s Isaiah reading speaks of a servant whose suffering and
afflictions are borne for the many. Father Daniel Berrigan once said that the call of the
disciple of Jesus is to absorb evil. Not very glorious, indeed, for servants absorb the
leftovers of the household’s extravagance. Those at the bottom of life’s pyramid
absorb the muck; swamps and lowlands absorb the runoff of life’s fields. Just so
parents absorb our tears. And those who forgive absorb the blow. As the warrior
absorbs the enemy’s hate, so the conscientious objector absorbs the need for
revenge. So also the embrace absorbs our fears, justice absorbs mistrust, love absorbs
the distance of hearts, and the sharing of bread absorbs the memory of pain. In such
ways God makes the world new.
The fear, and perhaps the sadness as well, is that in absorbing the evil of life we do
become at least to some extent that which we absorb. Then those who gaze upon us
do so as if we ourselves were afflicted and diseased. Then those who minister to dying
AIDS patients are themselves eyed with suspicion and fear. Then the conscientious
objector is expelled by the patriot, and the selfless warrior is cast off into indifference
by the righteous purist. Then the Alzheimer caregiver is forgotten; the one who
forgives the abuse is revenged; and the one who combats poverty with generosity
grows poorer while the hoarder is glorified. And, contradiction of contradictions, the
crucified Christ becomes the Christ who reigns. And so we become like him.
Immaculate Heart of Mary, pray for us.
Father Quang
Copyright © 2013 Immaculate Heart of Mary Catholic Church
Queridas Familias y Amigos del
Imaculado Corazon de Maria,
El texto de la lectura de Isaías este fin de semana nos habla sobre un siervo que soporta
sus sufrimientos y aflicciones en beneficio de muchos. El padre Daniel Berrigan dijo una
vez que el discípulo de Jesús está llamado a absorber la maldad. Esto no es muy
glorioso, ya que los sirvientes absorben las sobras que dejan las extravagancias de la
familia. Aquellos que están en lo más bajo de la pirámide de la vida absorben el fango;
los pantanos y ciénagas absorben los desagües de los campos de la vida. De la misma
manera los padres absorben nuestras lágrimas. Y aquellas personas que perdonan
absorben el golpe. Así como el guerrero absorbe el odio del enemigo, de la misma
manera el opositor de consciencia absorbe la necesidad de venganza. Y así también un
abrazo absorbe nuestros temores, la justicia absorbe la desconfianza, el amor absorbe
la distancia de los corazones y el compartir el pan absorbe el recuerdo de un dolor. De
esas maneras Dios hace un mundo nuevo.
Lo temeroso y tal vez triste a la vez es que al absorber la maldad nos convertimos, al
menos hasta cierto punto, en aquello que hemos absorbido. Entonces sucede que los
que nos miran nos ven como si estuviéramos afligidos y enfermos. Así pasa también con
aquellos que atienden a las personas que sufren del SIDA, la gente los ven con sospecha
y temor. Sucede entonces que el opositor de consciencia es expulsado por el patriota y
el guerrero altruista es abandonado a la indiferencia por los puritanos santurrones. Y
así también son olvidados los que cuidan de los que sufren Alzheimer; los que perdonan
un abuso son vengados: y los que luchan con entrega contra la pobreza se hacen más
pobres mientras los acaparadores son glorificados. Y, contradicción de contradicciones,
el Cristo crucificado se convierte en Cristo Rey. Y nosotros llegamos a asemejarnos a él.
Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros.
Padre Quang