Dear Families and Friends of
Immaculate Heart of Mary,
The servant in today’s first reading from Isaiah embraces God’s word with his whole
self. The servant proclaims that the Lord God opened his ear. He is now willing to
undertake whatever God asks. In the face of suffering and persecution, the servant
affirms his faith in the Lord’s ability to protect and guide. No doubt his witness
brought comfort to fellow exiles. The servant reminds them and us that God draws
near in times of hardship. In God’s presence, there is nothing we cannot do.
Like the first reading, today’s gospel recognizes the divine presence in difficult times.
Jesus takes the disciples to Caesarea Philippi, where Herod the Great had erected a
temple for Caesar Augustus and built shrines to pagan gods. Jesus chooses this space,
with its tributes to earthly kingdoms, to teach his followers the true movements of
discipleship, suffering, death and resurrection. The disciples are understandably
uncomfortable. This is not the first time Jesus talks about the cross in Mark’s Gospel,
but here Jesus makes clear that to follow him to is to move closer to death.
Resurrection is born of suffering.
It can be difficult to believe that there is space for suffering in the coming of God’s
kingdom. It would of course be easier if the Son of God got rid of all pain and turmoil
the first time around. Yet God’s way is not the easy way. We can hold fast to the belief
that death will be defeated. Resurrection will have the final say—and in the meantime,
we will draw near to God who knows both suffering and healing.
Immaculate Heart of Mary, pray for us.
Father Quang
Copyright © 2013 Immaculate Heart of Mary Catholic Church
Queridas Familias y Amigos del
Imaculado Corazon de Maria,
El siervo de la primera lectura de Isaías abraza la palabra de Dios con todo su ser. El
siervo proclama que el Señor Dios le ha abierto el oído. Ahora está dispuesto a
emprender todo lo que Dios le pida. Ante el sufrimiento y la persecución, el siervo afirma
su fe en la capacidad del Señor para proteger y guiar. Sin duda, su testimonio
reconforta a los exiliados. El siervo les recuerda a ellos y a nosotros que Dios se acerca
en tiempos difíciles. En presencia de Dios, no hay nada que no podamos hacer.
Al igual que la primera lectura, el evangelio de hoy reconoce la presencia divina en los
momentos difíciles. Jesús lleva a los discípulos a cesárea de Filipo, donde Herodes el
Grande había erigido un templo a César Augusto y construidos santuarios a dioses
paganos. Jesús elige este espacio, con sus homenajes a reinos terrenales, para enseñar
a sus seguidores los verdaderos movimientos del discipulado, el sufrimiento, la muerte y
la resurrección. Es comprensible que los discípulos se sientan incómodos. No es la
primera vez que Jesús habla de la cruz en el Evangelio de Marcos, pero aquí Jesús deja
claro que seguirle a es acercarse a la muerte. La resurrección nace del sufrimiento.
Puede resultar difícil creer que haya espacio para el sufrimiento en la llegada del reino
de Dios. Por supuesto, sería más fácil si el Hijo de Dios se librara de todo dolor y
confusión a la primera. Sin embargo, el camino de Dios no es el camino fácil. Podemos
aferrarnos a la creencia de que la muerte será derrotada. La resurrección tendrá la
última palabra y, mientras tanto, nos acercaremos a Dios, que conoce tanto el
sufrimiento como la curación.
Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros.
Padre Quang